3 de septiembre de 2007

El vedettismo político en su apogeo

Blanca Alcalá, blanqueó su imagen, se quitó lo morenita
Toño Sánchez, inundó con su imagen mocha las calles más transitadas

Federico Chilián Orduña

En la subcultura política en que navega la clase política mexicana, los aspirantes a los cargos de elección popular se posicionan en el ánimo de la opinión pública como si fueran cigarrillos, refrescos, automóviles o cualquier producto del mercado, para que el día de las elecciones los ciudadanos actúen como autómatas y simplemente crucen el emblema que más hayan visto y oído a lo largo de los tres meses que dura la campaña.
La candidata del PRI, Blanca Alcalá Ruiz, que hasta el momento nadie sabe qué propone, se gastó varios millones de pesos nada más en colocar su cara, sin el escudo del PRI ni ningún mensaje, sólo su nombre y su rostro por todos los rumbos de la ciudad; pero de tanto verla, decidieron que la imagen proyectada no era la más adecuada y decidieron darle su retoque de blancura, quitaron todos los primeros espectaculares y se sustituyeron por una Blanca, verdaderamente blanca, casi rubia.
El candidato del PAN, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, tampoco se sabe que pretende, salvo que cubre perfectamente el perfil para ser contratado como tapabaches, maneja bien el rastrillo y le sienta el casco de trabajador de la construcción; pero su imagen mocha, recortada, ya se encuentra por todas partes. Las primeras que utilizó lo presentan de cuerpo entero, iguales a las que utilizan las compañías fabricantes de detergentes con sus magos que todo lo limpian, las más recientes ya sólo lo muestran de la cintura para arriba sin ocultar la papada típica del que come y bebe más que bien.
Con base en esta publicidad, las empresas que hacen sondeos de opinión pública, unas dicen que Blanca va en la delantera, otras que es Antonio el que aventaja, unas más que están en empate técnico, y los medios informativos que están al servicio del poder no de la sociedad, hacen eco de estas versiones y manejan la especie de que es una fatalidad de que el asunto de las elecciones se resuelva sólo entre ellos dos.
Hasta el momento soy el único candidato que he presentado documentos escritos para dar a conocer mis propuestas, pero los medios informativos que están de rodillas ante el poder político y económico ni lo mencionan.
En el próximo partido de futbol de la selección mexicana contra Panamá en el estadio Cuauhtémoc, el candidato del PAN regalará unas 30 mil playeras que le costaron medio millón de pesos, la candidata del PRI hará otro tanto, y el pueblo enajenado, desinformado, aturdido, es capaz de volver a votar por los verdugos que lo tienen en la miseria, pero eso si, con su playera muy bien puesta, poniéndose hasta las chanclas y gritando góoooooool.
Por lo que toca a la campaña de Federico Chilián Orduña, debo decir que simplemente hago trabajo de hormiga, platico con cuanta gente tengo oportunidad y no dejo de hacer este periódico que, aunque humildemente, va ganando lectores y adeptos. No les digo más para no poner en alerta a mis adversarios, simplemente los veo como tiemblan como esos elefantes que se suben a lo más alto que pueden para huir del ratón que se les aproxima.

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