19 de agosto de 2007

La Iglesia no vota, veta: FMM


La gente que acudió a escuchar al autor de “México ante Dios” llenó al máximo el patio de la librería “Profética”
La exposición de Francisco Martín Moreno fue la delicia de los poblanos que la presenciaron

Federico Chilián Orduña

El viernes social de la semana pasada se dividió en dos grandes eventos culturales, por un lado en el salón paranifo de la BUAP, la periodista Erika Rivero Almazán, presentó su libro “Sobre demonios, ángeles y sexo”, a la que acudieron Blanca Alcalá Ruiz y Antonio Sánchez Díaz de Rivera, quienes al decir del periódico Intolerancia, acapararon las miradas del respetable. Allí estuvieron los rectores de la BUAP y de la UDLA, Enrique Agüera Ibáñez y Pedro Ángel Palou García, respectivamente, e incluso en primera fila el director de comunicación social de la BUAP, Jorge David Cortés Moreno y el candidato del PANAL, Roberto Ruiz Esparza. Fue un encuentro para rendir culto a la frivolidad, a lo banal, o para decirlo con esos términos de uso corriente: al desmadre, que en voz del autor del cuestionado rector de la UDLA, fue algo “inusitado”.
Por otro lado, el la librería Profética, el novelista, historiador y periodista, Francisco Martín Moreno, presentó su libro más reciente “México ante Dios”, ante un auditorio en que el que ocho de cada diez de los asistentes había sido invitado por el que escribe y que fue el único de los candidatos que tuvo la oportunidad de escuchar y platicar con su amigo, el autor de este libro sensacional que, ningún poblano que se precie de informado, debe dejar de leer, por la sencilla razón de que allí se muestra buena parte de lo que es capaz el alto clero católico, y el gran daño que le ha hecho al pueblo de México.
Flanqueado por la periodista Selene Ríos a su diestra y Fritz Glockner a su siniestra, luego de despojarse de la corbata de moño azul marino con puntitos rojos con la que llegó al recinto, Francisco se acomodó en la mesa a esperar que lo presentaran lo cual nunca sucedió, porque según dijo el buen Fritz, Francisco Martín Moreno, “no requiere presentación, ya que todo mundo sabe que su libro “México negro” ha alcanzado ventas de más de 350 mil ejemplares, y para que leer el currículo de alguien tan conocido”.
El caso es que se habló de un formato novedoso que consistiría en una entrevista pública, para que cualquiera de los presentes pudiera intervenir en cualquier momento e incluso interrumpir y cuestionar al invitado.
En tal circunstancia, la bella Selene Ríos empezó por preguntar lo que podría ser la última de las interrogantes: “Qué diferencia hay entre el clero católico del siglo XIX y el actual?, a lo cual, a bote pronto respondió Francisco: “Como dijo Benito Juárez, la Iglesia, la reacción, nunca duerme, siempre está al acecho, la Iglesia Católica nunca ha tenido compromiso con México sino con el Papa que es su jefe”, y de ahí pal real, mi amigo Francisco se desató y empezó a platicar algunos de los sucesos históricos más trascendentales que vienen en su libro.
Primero habló de cómo el 8 de abril de 1881, cuando era presidente de la República, Porfirio Díaz, su mujer Delfina Ortega agonizaba, y faltando unas horas para su inminente deceso, se solicitó la presencia del cura más cercano para que le diera los auxilios espirituales del caso. Al sitio donde se hallaba la moribunda, acudió el arzobispo primado de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, quien en primera instancia se negó a darle la bendición a la señora de Díaz, pues según dijo, la forma en que se había unido al Presidente Díaz, constituía un pecado imperdonable, y estaba condenada a sufrir toda la eternidad los martirios del infierno. En tales circunstancias estaba impedido a darle ningún auxilio porque de lo contrario él mismo estaría incurriendo en un pecado que Dios no le perdonaría y correría la misma suerte.
Sin embargo, ante las súplicas de la pareja Díaz Ortega para que se encontrara una solución al terrible destino que le deparaba el “más allá”, el señor cura accedió a casarlos y bendecirla, siempre y cuando Porfirio Díaz abjurara de cumplir la Constitución de 1857, que había protestado cumplir y hacer cumplir, lo cual tuvo que hacer el presidente, suscribiendo un compromiso que le dictó el mismo cura, y a partir de allí, quedaba enterrado todo el legado de los liberales de la Reforma, y una vez más el clero católico se adueñaba de los destinos nacionales.
Recordó FMM la excomunión que dictó Pío IX a todos los que juraran cumplir dicha Constitución, y refirió el saldo que dejó la Iglesia al final del porfiriato, una población con el 98 % de analfabetas.
FMM continuó con su relato, recordó las excomuniones a los insurgentes, empezando por Miguel Hidalgo, seguido de Ignacio Allende y la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, quienes según FMM sostuvieron amoríos que fueron descubiertos por el Corregidor, y este fue el motivo, no otro, el que causó que la Corregidora avisara que la conspiración se había descubierto y era indispensable adelantar el levantamiento en armas. La expresión “¡ya nos cachó el corregidor!” usada por FMM, para contar el caso produjo la risa general y atrapó al público que no perdió un instante de la espléndida charla.
Luego FMM se refirió a cómo la Iglesia desconoció la Constitución de 1824, de cómo se confabuló con Antonio López de Santa Anna para malbaratar más de las tres cuartas partes del territorio nacional, de cómo financió con las limosnas la guerra contra las Leyes de Reforma, de cómo promueve la rebelión cristera, de cómo asesina a Álvaro Obregón, y de cómo ha acumulado la fortuna más grande del mundo en medio de la miseria del pueblo que le ha sido más fiel: el de México.
Y esa Iglesia que esclavizó a los indígenas durante 300 años, que cercenó el territorio nacional, que hundió en la ignorancia, el fanatismo, los prejuicios y el temor al infierno al pueblo de México, en la actualidad, con el “pastor alemán” que despacha en el Vaticano sigue siendo exactamente la misma perniciosa, degenerada, abusiva y criminal institución, y quien lo dude basta que se entere cómo viven los Pervertos Rivera, los Millonésimos Zepedas y toda la clase parasitaria que forma el clero católico romano.
Los poblanos que lo oyeron aplaudieron eufóricos, aunque advertido del asombró con el que lo miraba el público, se refirió a Jesucristo como “nuestro Señor”, lo que provocó una reacción de aceptación, si bien es conocida la postura libre pensadora de FMM.
Finalmente, decenas de entusiasmados lectores hicieron fila para recibir el autógrafo del ponente, platiqué con él, concertamos otra próxima visita, dejamos en claro nuestras coincidencias, así como nuestras diferencias, y en reiteradas ocasiones se refirió a mi en su diálogo con los asistentes como el “próximo presidente municipal de esta ciudad”.

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