22 de julio de 2007

Los mochos al acecho


Con el apoyo del clero católico, preparan la imposición de Antonio Sánchez Díaz de Rivera como alcalde de “la Puebla de los ángeles”
Gabriel Hinojosa Rivero y Eduardo García Suárez le hacen el trabajo sucio comprando voluntades en las filas de la izquierda

Federico Chilián Orduña

En México en general y en Puebla en particular hay dos clases de católicos, los sensatos y los fanáticos.
Los primeros son los que practican su fe o su religión con moderación, sin darse golpes de pecho ni rasgarse las vestiduras, siguen la costumbre y la tradición que heredaron de sus padres, de sus abuelos y de sus bisabuelos, mezclan las fiestas religiosas con las paganas y convidan a todos los que más pueden a compartir el pan, la sal y “las bendiciones del Altísimo”, cuando bautizan, casan o hacen su primera comunión. Son quienes creen que Dios dijo “ayúdate que yo te ayudaré” que, aunque no lo dijo, piensan que si no trabajan y cuidan su patrimonio, el dinero nunca les va a caer del cielo. Van a misa cuando pueden, y cuando no van no se afligen. Toman sus propias decisiones aunque su Iglesia no las comparta, se deciden por el aborto si lo ven indispensable, aunque su iglesia lo condene. Incluso, se ligan con personas del mismo sexo si tal es su preferencia y les importa un comino lo que al respecto sostengan los sacerdotes a quienes ven como seres humanos con sus cualidades y defectos, y con las debidas reservas, sabedores que muchos son pederastas y otros muy abusivos. Este tipo de católicos respetan a quienes no comparten su fe y se relacionan sin problemas con todo el mundo yendo por la vida sin sentimientos de culpa o arrepentimiento.
Los segundos son fundamentalistas, los que cada domingo van a misa, llueva, truene o relampaguee, los que esperan que los demás los vean cuando están en el templo al que van en su coche con toda su familia. Son los que dejan en manos de monjas y curas la educación de sus hijos, los que buscan siempre escuelas confesionales, que les tomen la foto en el altar junto al cura. Los que depositan el honor de su familia en la virginidad de sus hijas y en la obediencia ciega de sus esposas a las que tratan como simples objetos decorativos, o como útiles auxiliares domésticas. Son los que siguen a pie juntillas todos los ordenamientos de su Iglesia, son más papistas que el Papa, más dogmáticos que Ignacio de Loyola, más fanáticos que Torquemada, enemigos acérrimos de Benito Juárez, de los liberales, de los masones y de los comunistas. Viven asustados, temerosos de la ira de Dios y de sus congéneres, son supersticiosos. Son los “mochos” que así fueron llamados desde que decidieron apoyarse en su ídolo Antonio López de Santa Anna, quien ha sido el presidente que mejor respondió a sus intereses, y por ello reciben el apodo de “mochos”, precisamente porque al mochársele la pierna al famoso brigadier Santa Anna, en una de sus tantas batallas, el pueblo en su infinita sabiduría les colgó atinadamente el sambenito de “mochos” a todos los que lo siguieron, como se les conoce hasta la fecha, nada más que ahora organizados bajo la dirección del Yunque.
Uno de estos “mochos” es el ingeniero Gabriel Hinojosa Rivero, que cuando fue alcalde de la “Puebla de los Ángeles”, le puso a una de las principales calles de la ciudad el nombre del obispo de la colonia “Juan de Palafox y Mendoza”, quien se distinguió, entre otras cosas, por su implacable intolerancia hacia el teatro al aire libre y su condena para todas las artes escénicas que practicaban los indígenas en la vía pública, a quienes les echaba sus perros para disolver las organizadas congregaciones, de las que decía que sólo servían para desatar las concupiscencias y dar malos ejemplos.
De este modo, las calles que hacen el eje de coordenadas que forma la ciudad se llaman: “16 de septiembre” al sur, “5 de mayo” al norte, “Avenida Reforma” al poniente, y ¡oh! al llegar al zócalo cambia de nombre por el del clérigo Palafox, que nada tuvo que ver con la formación de la República. También Gabriel Hinojosa le puso el nombre de Juan Pablo II, a una de las principales arterias que cruzan el sur de la ciudad. Sí, el del Papa que bendijo a Augusto Pinochet y a su esposa, a quienes puso como ejemplo de matrimonio cristiano, el mismo que se llevó 9 toneladas de oro macizo que le robó al pueblo de Chile, luego de asesinar a más de 100 mil chilenos. Hinojosa, junto con Eduardo García Suárez, el famoso “pichón” ex dirigente nacional de la COPARMEX y líder del Frente Universitario Anticomunista, son la punta de lanza de la conjura para instalar en la presidencia a su correligionario Antonio Sánchez Díaz de Rivera. La jugada es clara, despanzurrar al único partido de izquierda que podría hacerle frente a la derecha, incrustándose en él como “ciudadanos conversos a la socialdemocracia” y golpear a “la candidata de Bartlett y de Marín”, Blanca Alcalá Ruiz, para despejarle el camino a su amigo Toño, quien después los recompensaría con jugosos contratos.
En otra trinchera, del mismo lado, se encuentra Luís Eduardo del Sagrado Corazón Paredes Moctezuma, que es campeón de los “mochos”, adorador de Agustín de Iturbide, igual que Vicente Fox antijuarista hasta la médula, rabiosísimo anticomunista que dizque tiene pleito casado con el Yunque que encabeza Manuel Espino, sólo para atraerse la atención del espurio presidente Calderón, pero empuja en el mismo sentido, a instaurar una tiranía teocrática franquista en México con ellos, los mochos en el poder federal, estatal y municipal.
Mientras tanto, el tal Toño Sánchez ya tiene lista a toda la comunidad escolar de la UPAEP, no la de la Iberoamericana porque esa sí piensa y hace la diferencia. A buena parte del Movimiento Familiar Cristiano y las escuelas confesionales como el Benavente, el Esparza y demás instituciones controladas por los “mochos”, para que el día de las elecciones, todos voten por el PAN, y los “mochos”, criollos y mestizos, queden debidamente instalados en el gobierno, para continuar la obra que dejó inconclusa su “alteza serenísima”, el “mocho” Antonio López de Santa Ana. Tales son los planes nada mochos de los “mochos”.