30 de julio de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

51ª parte
Hugo Pardo

La crueldad de Jehová de los Ejércitos no tiene paralelo, hemos dado ya por lo menos cincuenta ejemplos narrados en la Biblia “su palabra, la palabra de Dios”, y cuanto más la leo, más me sorprende el número de creyentes que todavía le rinden culto a ese libro y a sus principales protagonistas: Jehová, su hijo Jesucristo, sus doce apóstoles, los ángeles, los arcángeles y demás personajes de la corte celestial.
El fenómeno es muy comprensible. Cuando se escribió la Biblia la mayoría de los habitantes de este mundo era analfabeta, las noticias se trasmitían como en teléfono descompuesto, cada quien oía lo que creía oír y trasmitía lo que creía que debía trasmitir. Parece que la época que escogieron los judíos y los cristianos para darse a conocer como los “escogidos” de Jehová, no fue la más adecuada, pero vayamos una vez más a la Biblia, y démonos cuenta de lo que dice: Libro de Hageo, Capítulo 2, Versículos: 7 Estremeceré todas las naciones, y vendrán los tesoros deseados de las naciones. Y llenaré este templo de gloria, ha dicho Jehovah de los Ejércitos. 8 Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehovah de los Ejércitos. 9 La gloria de este último templo será mayor que la del primero, ha dicho Jehovah de los Ejércitos. Y daré la paz en este lugar’ ", dice Jehovah de los Ejércitos.
Y para que no quede duda, remacha más adelante: 20 En el día 24 del mismo mes, vino por segunda vez la palabra de Jehovah a Hageo, diciendo: 21 "Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: ’Yo estremeceré los cielos y la tierra. 22 Trastornaré el trono de los reinos y destruiré la fuerza del reino de las naciones. Trastornaré el carro y a los que suben en él. Caerán los caballos y los que montan en ellos, cada cual por la espada de su hermano. 23 En aquel día, dice Jehovah de los Ejércitos, te tomaré a ti, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, y te pondré como anillo de sellar, porque yo te he escogido,’ " dice Jehovah de los Ejércitos.

El tal Zorobabel, no era ningún gobernador precioso, era ni más ni menos que el escogido de Jehová de los Ejércitos.