26 de julio de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

49ª parte
Hugo Pardo
Si la furia de Jehová de los Ejércitos se dejó sentir desde el diluvio y a lo largo de toda su trayectoria bíblica, cuando se llega al Apocalipsis nos encontramos con un Dios embriagado de coraje, enojado con sus criaturas a quienes castiga sin contemplaciones, todo ello por haber descreído de él, a pesar de los miles de milagros que realizó desde que creó el mundo. Nomás noten lo siguiente:
Capítulo 8, Versículos: Cuando él abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que estaban delante de Dios, y les fueron dadas siete trompetas. 3 Y otro ángel vino y se puso de pie delante del altar. Tenía un incensario de oro, y le fue dado mucho incienso para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que estaba delante del trono. 4 Y el humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel en presencia de Dios. 5 Y el ángel tomó el incensario, lo llenó con fuego del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y se produjeron truenos y estruendos y relámpagos y un terremoto. 6 Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. 7 El primero tocó la trompeta. Y se produjo granizo y fuego mezclados con sangre, y fueron arrojados sobre la tierra. Y la tercera parte de la tierra fue quemada, y la tercera parte de los árboles fue quemada, y toda la hierba verde fue quemada. 8 El segundo ángel tocó la trompeta. Y algo como un gran monte ardiendo con fuego fue lanzado al mar. Y la tercera parte del mar se convirtió en sangre; 9 y murió la tercera parte de las criaturas vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de los barcos fue destruida. 10 El tercer ángel tocó la trompeta. Y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha; y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de agua. 11 El nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por las aguas, porque fueron hechas amargas. 12 El cuarto ángel tocó la trompeta. Y fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de manera que se oscureció la tercera parte de ellos, y no alumbraba el día durante una tercera parte, y también la noche de la misma manera. 13 Miré y oí volar un águila por en medio del cielo, diciendo a gran voz: "¡Ay, ay, ay de los que habitan en la tierra, por razón de los demás toques de trompeta que los tres ángeles aún han de tocar!"
Mañana le sigo con las siguientes trompetas, porque después de que el sonido de una trompeta es capaz de herir la tercera parte del sol, de la luna y las estrellas, no me imagino como podían seguir existiendo seres vivos.