28 de junio de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

29a Parte
Hugo Pardo
Ayer exaltaba la belleza literaria de los libros en los que figuran Salomón y su papá el rey David, a saber: Proverbios, Salmos, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares, sin embargo dentro de lo bello de los versos contenidos en ellos, se encuentra también el meollo de la doctrina cristiana, aún antes de aparecer el mismo Jesucristo .
¿Cuál es este meollo, la médula, la parte fundamental de este libro que da lugar a la religión?, helo a continuación:
Proverbios, Capítulo 1, Versículo: 7 El temor de Jehovah es el principio del conocimiento; los insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina. Luego en el mismo libro, se complementa con esta sentencia en el Capítulo 2, Versículo: 6 Porque Jehovah da la sabiduría, y de su boca provienen el conocimiento y el entendimiento.
Posteriormente en diversos pasajes se recalca la misma idea, el principio de la sabiduría es el temor de Jehová, quien más le teme es más sabio, toda la sabiduría emana de su boca, todo el conocimiento, todo el entendimiento, todo, absolutamente todo.
Pues en realidad esto no es así, un hombre puede ser una persona muy generosa, respetuosa con el prójimo, amante de su familia, muy trabajadora, honesta, honrada y justa, además estar muy bien preparada en la ciencia, la técnica, el arte o cualquier campo de la cultura, sin haber leído jamás la Biblia. Es una gran mentira que todo el conocimiento emana de la boca de Jehová, y es una verdadera amenaza afirmar que el principio de la sabiduría estriba en el temor que a él se le tenga.
¿No que se trataba de un Dios infinitamente misericordioso? ¿A qué se le teme? ¿A que desate su furia? ¿A que nos ahogue como en el diluvio? ¿A que nos confunda como en la torre de Babel? ¿A que nos arroje piedras del cielo como a los arameos? ¿A que incendie las ciudades? No, definitivamente, un Dios así no puede implantar la prudencia y la razón para la convivencia humana. Un Dios así, no puede instaurar la paz. En definitiva, Jehová de los Ejércitos, sólo puede promover la guerra a favor de sus elegidos. Con él, yo de plano, no voy.