3 de diciembre de 2006

En medio del repudio popular y el desaire internacional, FECAL “ya manda”

El espurio “presidente electo”, violando la Constitución toma posesión como “presidente constitucional”
Mientras afuera del recinto legislativo, cientos de miles aclamaron al presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador


Federico Chilián Orduña

El terrible FECAL, el pelele que la oligarquía, el matrimonio Fox Sahagún, el duopolio televisivo, el alto clero católico, protestante, ortodoxo y judío, y el gran capital transnacional impusieron como “presidente electo”, finalmente asumió la usurpación que le prepararon los privilegiados, en medio del repudio popular y el desaire internacional.
A la hora en que el espurio se metía como ratón por un agujero del recinto legislativo, cobijado por impresionante dispositivo militar, por atrás de las banderas, por donde normalmente entran los empleados, tramoyistas o funcionarios del congreso, en menos de 5 minutos, el chapelen-vibo (chaparro, pelón, de lentes, algo visco y borrachín) tomaba protesta del cargo, mientras se escuchaba consignas de rechazo, silbidos, de los legisladores; simultáneamente, en el zócalo de la capital, una vez más, cientos de miles de ciudadanos aclamaban al presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador, quien reiteró su voluntad de no traicionar la confianza ciudadana y mantener su compromiso de seguir luchando porque haya en México democracia de verdad, donde los mexicanos realmente podamos elegir a nuestros gobernantes y no suceda que una elite pretenda disponer, como ahora, de los destinos de la nación.
La diferencia en la forma en que FECAL y AMLO tomaron protesta de sus respectivas presidencias es palpable; por un lado, el 1 de diciembre, la fuerza militar en proporciones insólitas, el palacio de San Lázaro totalmente bloqueado por vallas metálicas soldadas entre sí, varios miles de militares, agentes de seguridad altamente especializados, armas de diverso tipo por todos lados, las cámaras de Televisa y Tvazteca haciendo del evento un show mediático, acusando a los perredistas de violentos, aún cuando la tribuna fue tomada por los panistas, tres días antes de lo que pretendían fuera una ceremonia solemne, en un ambiente de miedo, crispación e incertidumbre; por otro lado, el 20 de noviembre, en el zócalo de la ciudad más grande del mundo, a la vista de todos, menos de Televisa y Tvazteca, cientos de miles de personas de todas las edades, condiciones sociales, económicas y culturales, ovacionaban a su presidente, exclamando sin cesar ¡es un honor estar con Obrador!, en una ceremonia sobria, entusiasta y enérgica, el pueblo mismo construyendo su historia, y luego, el mismo 1 de diciembre, refrendando su convicción y su voluntad de defender a su Patria como lo hicieron Juáez y Madero en su oportunidad.
Habrá que hacer notar que en los dos momentos en que FECAL se “posesiona” del mando incurre en violaciones a la Constitución, por la medianoche en Los Pinos, cuando aún sin ser presidente constitucional, en un acto no previsto en la Constitución, toma la protesta a sus secretarios encargados de la seguridad, al margen de la representación popular, y en la segunda, cuando el presidente del Congreso, el panista Jorge Zermeño, aún sin verificar el quórum de legisladores, procedió a iniciar la sesión, y luego, cuando todavía no se colocaba la banda presidencial el espurio, instruir al pleno para entonar el himno nacional. Pecatas minutas si se quiere, pero que ponen en evidencia el carácter fascista, de uno, y la raigambre popular del otro.
Por la noche, un reducido grupo de diplomáticos centroamericanos, el padre del presidente de Estados Unidos y el hijo