18 de septiembre de 2006

El clero católico viola la Constitución y pisotea la Biblia

En abierta transgresión al artículo 130 constitucional, se pronuncian a favor de FECAL y le piden a AMLO que lo reconozca como «presidente electo»
Juzga y condena a la Convención Nacional Democrática que eligió a AMLO como «legítimo presidente», soslayando la prédica de Jesucristo (Lucas 6:37)
Federico Chilián Orduña
El Excelentísimo Cardenal Primado de México, el señor Norberto Rivera Carrera se colocó en el triste papel de abogado del diablo y arrastró a toda la clerecía organizada en la Conferencia del Episcopado Mexicano a seguirle los pasos, emulando su lamentable papel.
En efecto, Norberto Rivera Carrera, que ya en otras ocasiones ha exhibido cuan grande es su ignorancia sobre las cuestiones humanas (alguna vez dijo que el condón es cosa de animales), al término de su misa dominical hizo un llamado a Andrés Manuel López Obrador a que reconozca a Felipe de Jesús Calderón e Hinojosa como «presidente electo» de este país porque, según él, «no se presentó ninguna prueba de
que el proceso electoral haya sido irregular», o se hayan mostrado pruebas contundentes del «supuesto» fraude electoral.
En el mismo tenor, el padre de la Arquidiócesis de Puebla, Eugenio Lira, hizo un pronunciamiento para que todos los católicos que estén involucrados en el movimiento de resistencia civil que encabeza Andrés Manuel López Obrador, abandonen su lucha y reconozcan, les guste o no, al «presidente electo», el terrible FECAL.
De este modo la Conferencia del Episcopado Mexicano, encabezada por el cardenal Norberto Rivera Carrera, ha violado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que, con toda claridad establece en la fracción e) del artículo 130: «Los ministros (de culto religioso) no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos de culto o de propaganda religiosa ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios».
Monseñor Rivera Carrera, el cura de mayor jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica Romana residente en México, se ha sumado a la guerra sucia orquestada desde las más altas cúpulas de la oligarquía que desgobierna al país, y ha procedido en contrario a las enseñanzas de Jesucristo, que en diversos pasajes de la Biblia, instruyó a sus fieles cómo proceder, particularmente en el Evangelio según San Lucas, capítulo 6 versículo 37, dice: «No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados». Sin embargo, el señor Rivera Carrera, sustituyó la sotana y el capelo cardenalicio, por la toga y birrete de magistrado del Tribunal Electoral, y juzgó y condenó a uno de los actores políticos, y emitió su voto abiertamente a favor de uno de ellos.
Sabemos que gran parte de las instituciones nacionales se han podrido, porque se han convertido en mero botín para una casta de privilegiados que las han usufructuado en su provecho personal. Esto ha sucedido con la Presidencia de la República, con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con buena parte del Congreso de la Unión y con la mayoría de las dependencias del gobierno federal. Con lo dicho y hecho por los señores sacerdotes del culto católico romano podemos afirmar que la pudrición que viven estas instituciones públicas los ha contaminado, y como en muchas otras ocasiones a lo largo de la historia, se han acomodado al lado de los poderosos y privilegiados.
Claro, de las violaciones cometidas a la Constitución, el encargado de sancionarlas, José María Abascal, no dirá nada, porque este sujeto es incapaz de pensar con su propia cabeza, por eso Vicente Fox y el Yunque lo colocaron donde está.
Y de los atropellos a la Biblia, sólo Dios sabe que puede suceder.