30 de agosto de 2006

Fox, un perfecto farsante: Vox Populli

Ni siquiera reunió los requisitos legales para ser presidente
Ninguna de sus promesas de campaña cumplió


Federico Chilián Orduña
Dicen que los niños y los borrachos hablan con la verdad, también Jesús el Cristo alguna vez dijo «…y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres», por otro lado se asegura que «la voz del pueblo equivale a la voz de Dios», dicho en latín «Vox Populi, Vox Dei», el caso es que ayer puse en práctica mis conocimientos de estadística y de psicología, materias en la que modestamente soy un experto, y realicé un sondeo relámpago entre la gente con la que nos encontramos casualmente mis colaboradores y yo y el resultado fue el siguiente:
Tanto a las personas que colaboran conmigo como a mi mismo, nos respondieron todos los encuestados que «Vicente Fox Quesada no merece ningún respeto, puesto que él mismo no se dio a respetar jamás en los seis años de su infortunado periodo».
A mi me expresaron palabras que en algunos medios serían impublicables, aquí no, porque no tenemos más compromiso que con la verdad.
Algunos parroquianos que estaban tomando la clásica botana del medio día, luego de refrescarse la garganta con una cerveza me dijeron expresiones como estas: ¿Fox? «Es un hijo de la chingada», «es un pendejo», «es un ojete, un culero», «es un traidor a la Patria», «es un mandilón impotente», «es un vendido a los yanquis y a los españoles de donde son sus padres», «es un hijo de puta», «es un impotente a quien su mujercita le ha de poner la bomba de vacío o le ha de tocar todas las noches el himno nacional para que responda como varón», etc., etc. En medio de las carcajadas todos coincidieron en que este sujeto que todavía cobra como presidente de la República Mexicana «es un perfecto farsante». Con lo cual, en esto último, yo en particular, estoy plenamente de acuerdo, porque si revisamos su trayectoria podemos darnos cuenta que ni siquiera reunía los requisitos para postularse como candidato a la presidencia de la República, ya que es hijo de padres extranjeros, el padre fue estadounidense y la madre española, y para ser presidente se requiere que al menos uno de los progenitores sea mexicano, según el artículo 82 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Lo que pasó es que el primer padrino de Fox: Carlos Salinas de Gortari, ordenó a sus incondicionales diputados reformar ese artículo para que se permitiera que los ciudadanos con sólo que tuvieran un padre mexicano podrían ser presidentes, reforma que se aprobó con clara dedicatoria a Carlos Hank González, el pseudo profesor que le enseñó a los priístas su sentencia célebre: «Un político pobre es un pobre político», quien que era hijo de alemán y mexicana, y al mismo Vicente Fox Quesada que, pese a su carácter rijoso y pendenciero le cayó bien al calvo y orejón de Agua Leguas, y había dicho que su padre estaba nacionalizado mexicano; y así dejó abierta la posibilidad para que el guanajuatense fuera el sucesor de Ernesto Zedillo Ponce de León, otro pendejo que aparentó cierto rompimiento con Salinas, pero que en realidad siempre compartieron las mismas políticas, que luego aplicó Fox y ahora amenazan con que las continúe otro más pendejo y oportunista como es el terrible FECAL, a quien bautizaron con el nombre de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón e Hinojosa.
Así las cosas, Vicente Fox empezó engañándonos con documentos apócrifos y termina queriéndonos engañar con un sexto informe en el que no saldrá de sus cuentas alegres, afirmando que se crearon empleos, se redujo la pobreza, y todos estamos felices con su exitosa administración. Todo lo cual es una farsa.
Bueno, eso si es que logra entrar al recinto legislativo porque en el trayecto de Los Pinos a San Lázaro se lo puede comer vivo la gente del pueblo naturalmente indignada.