12 de marzo de 2008

Hoy me plantaré frente a Casa Aguayo

Para exigir el pago de las facturas de publicidad que nos adeuda el gobierno de Mario Marín Torres, y manifestar de viva voz mi opinión sobre la problemática nacional, estatal y municipal

Federico Chilián Orduña

Ante la cerrazón, indiferencia, despotismo, soberbia, estulticia, amnesia e insolencia de la dirección de comunicación social y relaciones públicas del gobierno del estado de Puebla, a cargo del licenciado (¿) Francisco Javier Sánchez Galicia, que adeuda al Diario Transición y a otros medios, la publicidad que ha generado el gobierno estatal desde el mes de julio de 2007, y luego de agotar todas las instancias que impone la cortesía, la decencia, la cordura, la mesura, la paciencia, la prudencia y la pertinencia, decidí plantarme el día de hoy frente a Casa Aguayo, para exigirle al gobernador Mario Marín Torres, que gire las instrucciones necesarias para que de inmediato se me paguen la totalidad de adeudos que ha acumulado su administración con este medio informativo que me honro en dirigir.
No recurriré al ayuno ni a la huelga de hambre, como pudiera hacerlo, porque después de meditar sobre la importancia de este conflicto, decidí “no quemar mi pólvora en infiernitos”, porque se avecinan luchas de mayor envergadura en la que todos los mexicanos que no hayamos perdido la dignidad ni la vergüenza tenemos que pronunciarnos, y tal vez tenga que emplear ese recurso para expresar mi protesta por algunas decisiones gubernamentales, como pudieran serlo la pretensión de Felipe Calderón de privatizar PEMEX; sostener a Juan Camilo Mouriño en la secretaría de gobernación pese a las evidencias que lo hunden; mantener el costo del pasaje urbano en cinco pesos no obstante las protestas estudiantiles; que se imponga Jesús Ortega en la presidencia nacional del PRD, mediante fraude electoral auspiciado por el gobierno de FECAL; que la presidenta municipal Blanca Alcalá me niegue la entrevista que le solicité por escrito; que los dirigentes priístas hagan caso omiso de las recomendaciones de Manuel Bartlett Díaz, para mantener la defensa de la soberanía nacional en materia de energéticos y/o que la misma dirección de comunicación social del gobierno estatal se mantenga en su postura irracional y lesiva a los intereses de los comunicadores independientes, y después de estar todo el día frente a Casa Aguayo me salgan con la novedad de que “no han liberado el presupuesto” o alguna de esas “mamadas” (conducta pueril instintiva propia de los lactantes o práctica de quienes gustan del sexo oral) con las que nos trae a la vuelta y vuelta Francisco Javier Sánchez Galicia.
Desde luego hago responsable al llamado “gober precioso” por su “héroe chingao” Kamel Nacif, el mandatario Mario Marín Torres, de cualquier medida que pretenda impedir que me manifieste, de cualquier agresión que pudiera sufrir yo o cualquiera de mis familiares y de las represalias que esta acción pudiera ocasionar.
En 1969 gané el segundo premio en el concurso internacional de ensayo convocado por Siglo XXI editores, sobre el tema “Cómo ve la juventud al México de hoy”, desde entonces he tratado de ejercer mi derecho a expresarme con la libertad que garantiza la Constitución General de la República y he encontrado que en la inmensa mayoría de los medios informativos en esta localidad no se respeta la libre expresión, no se respeta la disidencia, cada medio informativo, entre más grandes mayores son sus compromisos, no se tolera que alguien escriba u opine en contra del criterio del gobierno, las iglesias o los grupos de presión (empresarios, banqueros, etc.); por ello, estoy refugiado y atrincherado en este pequeño Diario Transición, donde puedo expresar lo que pienso sin más límites que los que impone la Constitución. Hemos cumplido con informar cotidianamente de las actividades del ejecutivo del Estado y de las del Secretario de Educación Pública, porque el contenido de esta publicación es de naturaleza educativa, cultural y política principalmente. Vendemos espacio, no conciencia. No buscamos la confrontación con el gobierno, pero tampoco estamos en la postura de someternos a su criterio. Pedimos lo mismo que ofrecemos, respeto al derecho ajeno.
Así que tan pronto como deje al menor de mis seis hijos en la estancia infantil y después del aseo personal de rigor, me trasladaré a las afueras de la “marranera” a exigir que no nos hagan “marranadas”.
Seguramente los medios informativos que son simples cajas de resonancia de la postura del gobierno, como es su costumbre, me harán el vacío, nadie dirá nada y a lo sumo alguna risa sardónica se dejará entrever. Ya los conocemos, los comprendemos, ellos no serían capaces de hacer algo semejante, ni de chiste.

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