19 de agosto de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

61ª parte
Hugo Pardo

Les platicaba la vez anterior que la existencia histórica de Jesucristo nunca ha sido probada y que sus enseñanzas de original no tienen un pelo, pues de todas ellas hay antecedentes y muchos otros, antes que él, dijeron cosas semejantes.
Ni siquiera el estilo de hablar con “parábolas” (y2=2px) es único de Jesús. Krishna y los budistas también recurrieron a este “género”, lo mismo que los jainistas, de quienes provienen las parábolas del hijo pródigo y el sembrador.
Dice Fernando Vallejo, autor de “La puta de Babilonia”, que los mensajes de Cristo, cuando no son adivinanzas infantiles, son brumosas, insensatas, inmorales y arbitrarias, llenas de violencia e injusticia, de mentirosos, asesinos, opresores, ingratos, torturadores y traficantes de esclavos que él no reprueba, por el contrario, alienta y justifica.
Más adelante, el mismo Fernando Vallejo nos hace notar la semejanza entre los evangelios de Marcos y de Lucas, y de cómo plagiaron a Marcos que es el más antiguo.
La verdad no se necesita ser teólogo para leer la Biblia. Si como dicen los creyentes, es “la palabra de Dios”, los invito a leerla desde el principio, de manera desprejuiciada. Si les convence o no, es asunto de cada quien. A mi, a medida que la leo, me parece más divertida, con todo y lo espeluznante que pueden ser sus relatos. Y mañana le seguimos, porque ya saben que nuestra mayor limitante es el espacio. Salud!

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