12 de junio de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

19ª parte
Hugo Pardo
El señor Martín Lutero (1483-1546), padre de la Reforma Protestante fue un Bibliólatra consumado que dedicó varios años a traducir la Biblia a su idioma el alemán, porque hasta esa fecha sólo existía en Latín. La Iglesia Católica Apostólica Romana, mejor conocida por mi amigo Fernando Vallejo como “La puta de Babilonia”, tuvo cuidado de mantenerla en secreto durante más de mil años. Sólo los “iniciados”, generalmente italianos, podían tener acceso a ella y medio entenderla, el resto del mundo permaneció ignorante del contenido de “LA PALABRA DE DIOS”, misma que de acuerdo con mi amigo el pastor Manuel Guzmán Pérez, sólo pueden entender aquellos a quienes el mismo Dios les otorga el don del entendimiento.
Los seguidores de Martín Lutero, desde los luteranos a secas, hasta los anglicanos, los metodistas y demás denominaciones protestantes, acuden cada domingo a sus templos con la Biblia en mano, y los pastores se encargan de emitir largos sermones en los que se cuenta el por qué Dios hizo tal o cual cosa y qué espera el mismo Dios de sus fieles para garantizarles su entrada en automático a la vida eterna.
Los protestantes que conquistaron el área de Norteamérica, Estados Unidos y Canadá, procedentes de Inglaterra e Irlanda, no tuvieron empacho en traer negros de África para esclavizarlos y así edificar su gran riqueza material, que no espiritual. Los católicos que conquistaron Centro y Sudamérica, desde México hasta la Patagonia, procedentes de España y Portugal, tampoco tuvieron empacho en destruir las culturas con las que se encontraron y encima de ellas, construir las que traían. Cholula es un ejemplo emblemático de lo que sucedió en todo el continente conquistado por los súbditos del Vaticano.
¿En qué se apoyaron los protestantes y los católicos para esclavizar a los negros y a los indígenas? Pues en las Sagradas Escrituras, que a la letra dicen: Levítico, Capítulo 25 Versículos: 44 "Tus esclavos o esclavas provendrán de las naciones de alrededor. De ellas podréis comprar esclavos y esclavas. 45 También podréis comprar esclavos de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de sus familias que están entre vosotros, a los cuales engendraron en vuestra tierra. Estos podrán ser propiedad vuestra, 46 y los podréis dejar en herencia a vuestros hijos después de vosotros, como posesión hereditaria. Podréis serviros de ellos para siempre; pero en cuanto a vuestros hermanos, los hijos de Israel, no os enseñorearéis unos de otros con dureza.
Tales fueron algunos de los mandamientos del Señor Jehová de los Ejércitos, y por eso hay tantos pobres y tan poquísimos ricos, estos últimos, todos ellos, muy cristianos y/o muy católicos apostólicos romanos, muy bautizaditos y muy persignaditos. Lo bueno es que este Dios está solo, no tiene esposa, si no podría decirse: ¡qué poca madre!