11 de junio de 2007

La Biblia, esa ridícula fantasía

18ª parte
Hugo Pardo

Hay muchos y muy buenos libros recientes que se han publicado con la finalidad específica de denunciar los crímenes que ha cometido la Iglesia Católica Apostólica Romana a lo largo de los 17 siglos que tiene de existencia y dominación. Les puedo recomendar dos buenísimos: México ante Dios, de Francisco Martín Moreno, editado por Alfaguara, y La Puta de Babilonia, de Fernando Vallejo, de la editorial Planeta. Allí podrán darse cuenta que lo que han hecho las grandes bandas de delincuentes y mafiosos desde Los Intocables, Al Capone, el Padrino, hasta los Arellano Felix, pasando por el Chapo Guzmán y todos los narcotraficantes que ha habido en este país y en cualquier parte del mundo, son meros juegos de niños, comparados con las grandes masacres cometidas por la Iglesia Católica en nombre de Dios.
Pero en esta sección lo que nos interesa es ir al meollo, más que desnudar a los delincuentes que sirven al Vaticano, es desmitificar ese libro al que ellos consideran LA PALABRA DE DIOS, que no es más que invento de judíos y de romanos, para mantener controlada y embrutecida a la población y quitarle todo el dinero que sea posible, la famosa BIBLIA, en cualesquiera de sus versiones.
Retornemos al Antiguo Testamento y para ver los gustos de Jehová de los Ejércitos, nada más lean los primeros capítulos del Libro de Levítico; he aquí una pequeña parte: Capítulo 1, versículos 1, Jehovah llamó a Moisés y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: 2 "Habla a los hijos de Israel y diles que cuando alguno de vosotros presente una ofrenda a Jehovah, ésta será del ganado vacuno u ovino. 3 Si su ofrenda es holocausto del ganado vacuno, ofrecerá un macho sin defecto. Lo ofrecerá voluntariamente delante de Jehovah a la entrada del tabernáculo de reunión. 4 Pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, la cual será aceptada para hacer expiación por él. 5 Entonces degollará el novillo en presencia de Jehovah, y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre rociándola por encima y alrededor del altar que está a la entrada del tabernáculo de reunión. 6 Después desollará la víctima del holocausto y la cortará en pedazos. 7 Luego los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar y acomodarán la leña sobre el fuego. 8 Después los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán los pedazos, la cabeza y el sebo encima de la leña que está en el fuego sobre el altar. 9 Y el sacerdote lavará con agua las vísceras y las piernas, y las hará arder todas sobre el altar. Es un holocausto, una ofrenda quemada de grato olor a Jehovah.
Hasta aquí la cita. Nótese cómo le gustaba el chivito a don Jehová. Por algo, árabes, judíos y católicos son muy dados a los placeres de la carne, ¿no?