24 de abril de 2007

Crujen las estructuras de la Iglesia católica

En su afán por imponer sus dogmas se le ha revertido en todo el mundo la inconformidad de la gente que no comparte sus creencias

Federico Chilián Orduña

Según la Biblia que según los cristianos y los católicos es la “palabra de Dios”, luego de que el creador creó a Adán a “su imagen y semejanza”, creó a su compañera, y les ordenó que no comieran del árbol del conocimiento, pero Eva seducida por la serpiente cayó en la tentación y comió un fruto de ese árbol prohibido.
Para mayor información y entretenimiento pueden, y si son creyentes, DEBEN leer el Génesis en cualquiera de las versiones, la católica o la protestante, en esencia dicen lo mismo.
Según esta versión, hasta antes de que Eva comiera de aquel árbol, era como cualquier animal, no era capaz de distinguir entre el bien y el mal, y no le afectaba estar desnuda ni que su compañero deambulara de igual manera.
Fue debido a esa desobediencia que Dios les impuso a ellos y a toda su descendencia (la humanidad) trabajar como castigo, no sin antes, confeccionarles unos vestidos de piel (no especifica la Biblia piel de qué), para que cubrieran sus genitales, supongo que también sus gluteos y Eva sus senos (cosa que tampoco precisa la Biblia).
Como cualquier cuento de hadas puede ser muy interesante y hasta divertido, pero creer que Dios así empezó su creación, y que después de seis días de estar en estos empeños, el Omnipotente “se cansó” y por ello inventó el día domingo, es asunto de cada quien y es respetable.
A nadie se le puede obligar a creer esta versión, que por lo demás se parece a otras versiones religiosas, aunque históricamente la Iglesia Católica durante más de cinco siglos torturó, mandó a la hoguera y exterminó a todos los que no la aceptaran.
Es el caso que ahora que Benedicto XVI se ha propuesto recuperar el poder de dominación que tenía la Iglesia en la edad media, sólo ha conseguido enfrentarse a quienes no comparten sus dogmas, y la respuesta no se ha hecho esperar.
El mundo islámico ya se la tiene sentenciada, y los laicos de todo el mundo se desternillan de la risa por las ridículas posturas que ha adoptado el Papa.
Su más reciente incursión en la vida pública de México, misma que el secretario de gobernación Francisco Ramírez Acuña, no le ve nada de malo (seguramente aún no ha comido de ese árbol que le permite distinguir el bien del mal), ha despertado a los fanáticos que se mantenían pasivos y conformes con tener otro presidente del mismo perfil que el anterior, y los ha lanzado a la calle con todo y sotana, incluyendo a las monjas y a los monjes, cuerdos y locos, para que protesten enérgicamente por el hecho de que se les permita a las mujeres decidir sobre su propio cuerpo; que eso y no más es lo que significa la despenalización del aborto que, felizmente, ayer debió ser aprobada en la Asamblea de representantes del Distrito Federal, tras de lo cual se espera que lo mismo suceda en todas las demás entidades federativas que no estén sometidas a los caprichos de FECAL.
Toda esta polarización de opiniones que se registra en México, más lo que sucede en Europa y en el mundo árabe, permiten percatarnos que las milenarias estructuras de la iglesia católica apostólica romana, ha entrado en la más severa crisis de su historia y que ya se prefigura su inminente derrumbe. Como ella dice, todo tiene un principio y un fin, y todo indica que el fin del imperio romano convertido en iglesia católica apostólica romana, ya se ve como luz al final del tunel.
Ni modo, ellos mismos, con su intolerancia y anacronismo están cavando su propia tumba.