16 de noviembre de 2006

La renuncia de FECAL, única salida para restaurar la República

El PRD resuelto a impedir la toma de posesión del usurpador Felipe Calderón (FECAL), a costa de lo que sea
De suceder esto el Congreso nombraría un presidente interino que convocaría a elecciones en 18 meses


Federico Chilián Orduña

La irresponsabilidad de Vicente Fox y el grupo de derecha que lo sostiene ha violado todos los ordenamientos legales y los principios más elementales del decoro, en su afán de prolongar su dominación.
Tras del fraude electoral cometido antes, durante y después de los comicios del 2 de julio, los panistas y el Yunque que los controla, suponen erróneamente que el pueblo de México ya aceptó el resultado oficial que declara a Felipe Calderón “presidente electo” y que no tiene otra alternativa que aceptar el veredicto, igualmente fraudulento, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE).
Lo cierto es que la inconformidad e indignación popular por el manejo que de este asunto ha dado el gobierno de Fox y la camarilla que maneja al pelele FECAL, en los días posteriores al 2 de julio, son crecientes, y si a ello se agrega el conflicto suscitado en Oaxaca, donde se sostiene de manera irracional a Ulises Ruiz, un gobernador ampliamente repudiado, sólo para mantener la alianza del PRI con el PAN, es natural la convergencia que en esta lucha ya tienen la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y el PRD, que ha reiterado por voz de sus máximos representantes en las cámaras y en el partido, que por ningún motivo permitirán que tome posesión el espurio “presidente electo”.
El escenario es aún más grave que el sucedido cuando Victoriano Huerta asesina a Francisco I. Madero, y se encarama en la presidencia, pues en aquellos tiempos la violencia ya se había desatado, y pese a la legitimidad de Madero, las exigencias sociales, sobre todo las de carácter agrario, lo habían rebasado y la tranquilidad se había perdido en el país.
En este caso, la Resistencia Civil Pacífica que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ha demostrado una capacidad de movilización y de autogestión, muy superiores a las que en su momento acaudillaron Venustiano Carranza, Pancho Villa y Emiliano Zapata, dicho es sin demérito de la trascendencia del movimiento armado. La Convención Nacional Democrática marcha unida y sin tutelajes, desde que el 16 de septiembre nombró a AMLO presidente legítimo, consciente del objetivo que la cohesiona: consolidar la VI República, que resultará después de promulgar la nueva Constitución.
Esta situación no la ha sabido valorar en sus justos términos la derecha en el poder que pretende perpetuarse, “por lo menos hasta el año 2030”, como lo ha dicho su pelele, el terrible FECAL, porque lejos de tender puentes de diálogo para superar los conflictos se ha empeñado en valerse de la fuerza represiva para tratar de acallar inútilmente las demandas de la población, y como ya todos los conflictos pendientes sin solución se les han juntado, los panistas y sus aliados los priístas se hayan en un callejón sin salida.
Es un hecho incontrovertible, que los votos emitidos a favor de la Coalición por el Bien de Todos en la capital de la República, donde se deciden los asuntos más importantes que afectan al país, suman muchos más que los obtenidos por el PRI y el PAN juntos, y este pequeño “detalle” determina una correlación de fuerzas que le es desfavorable al terrible FECAL.
¿Qué hacer, por el bien de la República?, FECAL solo tiene una salida, abstenerse de tomar posesión y renunciar al cargo que ilegítimamente se le quiere otorgar, de lo contrario, el país entero entraría en una dinámica de confrontación que le haría imposible gobernar. La precaria economía y la frágil estabilidad social, se verían gravemente amenazadas, la inseguridad pública se generalizaría y lo ganado en más de 150 años de historia se perdería por completo. El túnel del oscurantismo, la represión y la intolerancia del cual sólo Dios sabe cuando saldríamos.
Ojala lo piensen dos veces los señores de la derecha, antes de aventurarse en una nueva usurpación.