21 de noviembre de 2006

La homosexualidad no es una desviación, el peligro es la homofobia: GP

Carta al Director del Diario Transición, y la respuesta del mismo

Germán Praxis
Muy respetuosamente, al C. Director Federico Chilián Orduña, Director del Diario Transición.
Antes que nada, permítame felicitarlo por el valiente diario que usted dirige.
La presente es con el motivo de realizar un comentario al artículo publicado en su diario y su página de Internet titulado «A debate el tema de la homosexualidad», con motivo de la ley que recientemente se aprobó en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, con todo respeto.
En primera, el tema que debería debatirse es la HOMOFOBIA, o sea, el odio, temor, rechazo, repudio y miedo que algunas personas heterosexuales y bisexuales confundidos sienten hacia la homosexualidad, la palabra «homofonía» seguramente no aparece en el Diccionario de Psicología, de Alberto L. Merani, Ed. Grijalbo, 1979, que considero, ya anticuado. Es más, la Real Academia de la Lengua aún no la incluye, quizá por conservadurismo...
Debido a la historia clínica asociada a la palabra «homosexual», ésta ha sido adoptada por activistas anti-gays (principalmente racistas, fascistas, fanáticos religiosos y homofóbicos psicópatas) para sugerir que las lesbianas y los hombres gay tienen algún tipo de «enfermedad», desviación o desorden psicológico, nociones que fueron desacreditadas por la Asociación Americana de Psicología y la Asociación Americana de Psiquiatría en los años 1970, e incluso la Organización Mundial de la Salud la eliminó de su lista de enfermedades mentales en la década de los 1990.
Usted cita que «es científicamente sostenible de que la homosexualidad es una desviación del instinto sexual que puede presentarse en el comportamiento de hombres y mujeres, y a veces adquiere el carácter de pasión.» A estas alturas es irrelevante considerar el término «desviación», ya que muchos psicólogos, psiquiatras y sexólogos consideran a la homosexualidad una orientación sexual más, al igual que la heterosexualidad y bisexualidad. Y ni que decir del término «pasión», muy cercano a la ideología religiosa cristiana.
El término homosexualismo o «el safismo» es una etiqueta que revela la ignorancia absoluta de quien la utilice. Mientras que la homosexualidad es una cualidad permanente de la personalidad de algunos individuos, el «homosexualismo» sería algo así como un movimiento proselitista que pretendería ganar adeptos. Dar esto por supuesto sería tanto como caer en la ridícula creencia (reveladora probablemente de una gran inseguridad personal) de que la homosexualidad se contagia. El término correcto para designar las prácticas, deseos o sentimientos de personas hacia otros de su mismo sexo es homosexualidad.
Sin embargo, ya empieza a manejarse en muchos círculos defensores de los derechos humanos, que la ideología que los activistas anti gays utilizan es el heterosexualismo, heterosexismo o supremacismo heterosexual (heterosupremacismo), para sugerir que la heterosexualidad es superior, morfológica e ideológicamente, a la homosexualidad o bisexualidad, y que los homosexuales y transgéneros son «inferiores». Esta idea es la preferida de los racistas supremacistas blancos y los fundamentalistas o fanáticos religiosos, especialmente cristianos protestantes y musulmanes ultra conservadores.
Un problema de la izquierda política es que a pesar de que muchos partidos políticos y líderes se declaran «progresistas», «antifascistas» y «no racistas», es que en el fondo son machistas, racistas y homofóbicos. Los regímenes totalitarios de Stalin, Mao y Fidel Castro persiguieron con saña inaudita a hombres y mujeres gays, la mujer tiene en esos regímenes el papel de mera reproductora, e incluso hoy, algunas agrupaciones clandestinas supuestamente izquierdistas (maoístas, stalinistas o neo-bolcheviques) en diferentes países declaran que «debe estar prohibido» sentir placer sexual.
En estos tiempos la pandemia del SIDA, que falsamente el gobierno de Ronald Reagan achacó a los «homosexuales», cobra la vida de hombres y mujeres principalmente heterosexuales en África y Latinoamérica, y todo por no hablar de órganos genitales, sexualidad, condones, y por ser mezquinos en la aplicación de dinero para las campañas de prevención o tratamiento. Pretender «curar la desviación de la homosexualidad» antes que aceptarla, es perder el tiempo. Los investigadores Kinsey, Masters y Jhonson descubrieron que en gran parte la raza humana es bisexual, y que en otros porcentajes es hetero y homosexual.
Usted menciona que «Las mayorías, tanto como las minorías, tienen sus derechos (…) mientras sus practicas no constituyan un delito como lo es la pederastia que no tiene justificación de ninguna índole. Aquí sí debe penalizarse porque constituye un abuso sobre la capacidad de un menor. En el caso de los homosexuales sodomitas e invertidos, su preferencia es permisible, así como lo es el lesbianismo o safismo, siempre que en la pareja haya consentimiento de ambos.» Igualar pedofilia con homosexualidad, es difamación. La mayoría de los abusadores de niños y niñas son heterosexuales machistas, y puede ser comprobado en cualquier agencia del ministerio público. Algo preocupante es que usted utilizó las palabras ofensivas «sodomitas e invertidos» lo cual podría demostrar que el autor tiene un odio patológico, una fobia, hacia las personas homosexuales. No quisiera pensar en un problema de homofobia. En tal caso, lo invito a que dialogue con un experto en sexología, el cual le podría orientar para salir de ese problema.
El tema de la pedofilia, no debería confundirse con las primeras relaciones sexuales que los jóvenes desean tener. A mi me consta, por que yo lo ví en la secundaria, que mis compañeros de 13, 14 y 15 años acudían por su propio gusto o llevados por su propio padre o un tío o primo, con prostitutas. El «Madelein» era el sitio más frecuentado por muchachos menores de 18 años, para tener relaciones sexuales. No me lo niegue, yo lo viví. Por otra parte, muchas mujeres adolescentes menores de 18 años, se embarazan, esto es muy común en los pueblos.
Considerar que los adolescentes son puros y castos es subestimarlos. Muchos jóvenes desde los 13 años consumen alcohol, drogas, compran pornografía, otros han violado, robado, secuestrado, golpeado, mutilado, incendiado, y han cometido toda clase de actos delictivos.
Y otros, trabajan honradamente, estudian, leen y practican deportes, y por si mismos, deciden tener relaciones sexuales, con alguien del sexo opuesto o del propio. Orientarlos, y hablarles con franqueza de los métodos anticonceptivos y del condón, es la verdadera orientación que se les puede dar, y no ignorarlos o tratar de espantarlos «con el petate del muerto» del infierno o el sida como castigo divino. Si alguien desea tener relaciones sexuales, lo va a hacer, incluso los sacerdotes, ya que el sexo es un instinto natural, si asi no lo fuera, la Tierra no estaría poblada.
Es lamentable que sectores de la prensa poblana, como el Diario «Quid», pro-guerrillero, y el periódico fundamentalista protestante «América Nueva», pro-Bush, hayan iniciado una campaña de odio racista y homófobo contra un sector de la población al que ellos consideran «peligroso, anormal e inferior». En este caso, la izquierda y la derecha se unen. ¿No que eran contrarios? Esto nos recuerda el inicio del Holocausto Judío.
El verdadero problema mundial es la HOMOFOBIA CRIMINAL. Muchas personas gays, lesbianas y transgéneros son discriminados, estigmatizados, perseguidos con leyes injustas, difamados por la prensa, sus derechos no son respetados, han sido encarcelados, expulsados, expatriados, agredidos verbal, física e incluso, asesinados con odio y saña. Familias y la sociedad han sufrido la pérdida irreparable de personas de la población Lesbico-gay-bisexual-transgénero. Recuerde el caso del activista Octavio Acuña, asesinado brutalmente por un elemento del lúmpen, de quien se sospecha fue contratado por la cofradía del fascista grupo «El Yunque» en 2005, o el bestial asesinato del compositor, coreógrafo y cantante Tony Barrera, en 1996, a manos de ladrones homofóbicos, y cuyo seguimiento legal concluyó que fue un «crimen pasional», y no un «CRIMEN DE ODIO», como justamente se le consideraría en los Estados Unidos. El crimen ha quedado impune.
Por todo lo anterior, RECHAZO COMPLETAMENTE que se trate de engañar al público hetero, bi y homosexual, con el cuento de que las relaciones homosexuales son una «desviación», y que pueden «curarse». La verdadera desviación es la HOMOFOBIA y la intolerancia. La homofobia si puede curarse, y en el caso de la homofobia criminal, debe castigarse. Es sugerible que usted, como psicólogo, se actualice. Las teorías de la «reconversión» son científicamente cuestionables.
Con afecto, y mis más sinceras felicitaciones a usted y su valiente diario.
2006.
Germán Praxis:
Le agradezco mucho la atención que le ha merecido la lectura del Diario Transición y más aún el interés que ha mostrado en el debate que la Ley de Sociedades de Convivencia ha propiciado respecto al tema de la homosexualidad y desde luego también al de la homofobia.
Por mi parte no estoy casado con mis ideas, no me considero poseedor exclusivo de la verdad, ni creo que alguien la posea en definitiva y para siempre. Lo que yo he referido está en los periódicos y en el libro que he citado del Dr. Alberto L. Merani con quien tuve el gusto de aprender lo que más me gusta de mi profesión y convivir una semana en esta «Angelópolis» (nótese cómo denomino a esta ciudad que para mi sigue siendo heroica, revolucionaria, de Zaragoza, Serdán y todos los «ángeles» de carne y hueso que la han construido).
No satanizo ni estigmatizo a la homosexualidad; que algunos la consideren desviación y otros no, para mi es irrelevante, es cuestión de semántica, de enfoques, de posturas y si usted quiere hasta de posiciones de clase, lo que me importan son las condiciones en que es legítimo o factible ejercerla.
Comparto con usted la idea de que la homofobia criminal es un verdadero trastorno que se padece en muchas sociedades y que pedofilia es una práctica más frecuente entre los heterosexuales machistas que entre los homosexuales. En cuanto a los términos «sodomitas e invertidos», son como el concepto de «desviación», meras etiquetas que estando incluidas en los diccionarios designan algún tipo de comportamiento; la connotación o juicio de valor que estas puedan tener se las da quien las emplee. No soy homofóbico, ni homosexual. Como psicólogo tengo la obligación de comprender las motivaciones, actitudes y conflictos de ambos, aunque no los comparta. Privilegio el respeto a las diferencias y soy un convencido de la unidad en la diversidad. Creo que el equilibrio es la base de la armonía y como decía la abuela: cada cabeza es un mundo, y yo agregaría un universo.
Saludos con afecto recíproco.