24 de septiembre de 2006

Marín y FECAL deben renunciar

Ambos carecen de legitimidad, credibilidad y respetabilidad, y además propician ingobernabilidad
Los dos recurrieron al engaño y al fraude, y su gestión está sujeta a compromisos con los individuos y grupos de mayor poder económico
Clamor popular: ¡Fuera Marín!, ¡Sufragio Efectivo, No Calderón!


Federico Chilián Orduña

La situación política, económica y social que se vive en Puebla en particular y en México en general es muy crítica, delicada, preocupante, de gran efervescencia social, con grave inestabilidad política y con serio desconcierto económico.
Más de 10 mil oaxaqueños caminan rumbo a la capital de la República, después de más de tres meses de haberse posesionado del centro de la ciudad capital del estado, tiempo durante el cual los gobiernos federal y estatal han sido incapaces de dialogar con la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca) y con el SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación) para restablecer la gobernabilidad. Los compromisos del PRI con el PAN impiden la salida del gobernador Ulises Ruíz que la mayoría del pueblo pide y hasta el viernes se reunió el “presidente electo” Felipe Calderón con representantes de comerciantes de Oaxaca, sin llegar a ningún acuerdo.
Aquí en Puebla, desde el mes de febrero un clamor ha prevalecido en las calles de la ciudad ¡fuera Marín!, a lo cual el aún gobernador Mario Marín ha respondido con más falsedades, ha manipulado a las instituciones en su beneficio particular, ha empleado recursos del erario para imponer su propia versión, ha contratado servicios de empresas extranjeras para que la “demuestren”, pero esta se ha derrumbado como castillo de naipes ante la revelación de Kamel Nacif de que las grabaciones de sus pláticas telefónicas son fidedignas.
Mario Marín, en aras de conseguir impunidad acordó con Manuel Espino, miembro prominente del Yunque y dirigente nacional de PAN, favorecer a Felipe Calderón en esta entidad, lo cual se consiguió, gracias a la eficaz coordinación del consejero presidente del IFE (Instituto Federal Electoral) en Puebla, Luis Garibi Harper y Ocampo, quien incluso a mi mismo me lo confesó, en presencia de dos testigos semanas antes de los comicios. Se lo puedo decir en su cara frente a los medios informativos y las autoridades del fuero común.
En Puebla, pese a ser uno de los estados con mayor pobreza y marginación de la República, se suscitó un resultado electoral atípico, ya que en todo el sur sureste del país el triunfo de Andrés Manuel López Obrador fue arrollador, pero aquí el consejero presidente Luís Garibi Harper y Ocampo contó con el apoyo del PRI, del PAN y del PANAL, el famoso PRIANAL, para consumar el fraude que le dio la ventaja a Felipe Calderón, el terrible FECAL.
Tanto Mario Marín, como Felipe Calderón, son objeto de repudio de la ciudadanía indignada y enardecida por sus prácticas fraudulentas y antidemocráticas. Ninguno de los dos puede transitar tranquilamente en la vía pública, a donde quiera que vayan tienen que ir acompañados de poderosos dispositivos de seguridad y no obstante se pueden encontrar con grupos de ciudadanos que les manifiestan su rechazo. A donde quiera que va el “presidente” electo le llueven huevos podridos, jitomates y mentadas de madre, y le exhiben carteles manifestándole repudio, y este es creciente. Con el “gober precioso” la ciudadanía no ha llegado al extremo de arrojarle ningún proyectil, ni debemos esperar que esto suceda.
Los dos siguen gastándose el dinero del erario para alcanzar la legitimidad de que carecen.
Incluso, Marín y FECAL, han vulnerado el estado laico, al motivar al clero católico que se pronuncie a su favor, lo cual han hecho dócilmente desde el cardenal Norberto Rivera, acusado de protección a pederastas, hasta el más humilde sacerdote alineado a las disposiciones de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y más recientmente jerarcas de otros credos, como el de la Iglesia Ortodoxa Grega.
FECAL, durante el festejo de su “triunfo” electoral en la plaza de toros México, no logró reunir ni siquiera a 10 mil “simpatizantes” acarreados, a quienes se les repartió lonches y dinero para su pasajes, se les entretuvo con la presencia de destacados deportistas y artistas, y aún así abandonaron el coso mucho antes de que FECAL concluyera su discurso. Todo lo cual contrasta con los millones de personas que se han manifestado en repetidas ocasiones para patentizar su apoyo a Andrés Manuel López Obrador.
Es evidente que en México se está reeditando la vieja pugna por el poder entre conservadores y liberales que se registró en el siglo XIX, cuando una junta de notables nombró a Miguel Miramón como presidente de México, en el momento en que este distinguido militar apenas tenía 27 años de edad, y después de perder la famosa “guerra de los tres años”, trajeron al emperador Maximiliano de Habsburgo, quien a los 32 años de edad ascendió al trono que le preparó la iglesia católica y el grupo conservador, antecedente del Yunque que sostiene a FECAL; todo eso en oposición al proyecto liberal que encabezó Benito Juárez.
Un trienio duró la guerra que provocó el gobierno conservador, “de la reacción” se decía antes, “de la derecha” se dice hoy, y luego cinco años más tardó el imperio en venirse abajo, pero finalmente los liberales y con ellos el pueblo de México, triunfó.
Si Marín quiere a Puebla, y FECAL siente un mínimo de “valor y pasión por México” como rezaban sus carteles de campaña, y quieren la tranquilidad de sus pueblos y de ellos mismos, deben respetar el derecho ajeno, y permitir que el pueblo decida su destino. Su renuncia es lo más sensato y patriótico que pueden hacer, cuanto más se aferren al poder, más estrepitosa puede ser su inevitable caída. Es un imperativo ético, de indispensable moral, para preservar la paz en la República. Que quede constancia que se los advertimos, porque de un modo u otro van caer más temprano que tarde.