4 de julio de 2006

Indignación General

México ya no aguanta otro fraude
Documentadas las irregularidades, los comicios podrían anularse
La mayoría votó por AMLO, él es el presidente electo

Federico Chilián Orduña

Aquí en Puebla, hay que reconocerlo, ganó FECAL, gracias a que la mayoría de la gente que puebla Puebla, ha sido tradicionalmente reaccionaria, clerical, mocha, ignorante, fanática y dicho sea con el debido respeto, una buena parte estúpida, dado el hecho de que se apendejen por sistema y tienda a ir en contra de sus propios intereses, pero ese es un tema del que no me voy a ocupar en este espacio por la sencilla razón de que es muy reducido para explicarlo en sus justos términos; pero en las 16 entidades federativas más importantes del país, por su densidad demográfica y su contribución a la generación de los bienes y servicios que requiere la República para su desarrollo y bienestar, el triunfo arrollador de AMLO es inobjetable.
Para empezar, en la capital del país, donde caben cuatro o cinco estados de la República, le corresponde más del doble de la votación, además ganó oficialmente en el estado de México, en Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, incluso en Morelos donde el PAN ganó la gubernatura, asimismo, Tlaxcala, Hidalgo, Michoacán, Veracruz, Campeche y Quintana Roo. Sólo Puebla y Yucatán, de los estados del sureste, por su raigambre clerical colonial agachupinada, favorecen al PAN. En el norte, Baja California Sur, Nayarit y Zacatecas, también la ventaja es para el PRD-PT-C. En suma, el grueso de la población, localizada en el sureste del país, y en las partes más pauperizadas del norte, votaron mayoritariamente por AMLO, en consecuencia, la victoria legal y legítimamente le corresponde al candidato de la coalición Por el Bien de Todos.
Cierto es que no se puede subestimar el respaldo que recibió FECAL de parte de los estados de Jalisco, Nuevo León, Guanajuato, Chihuahua, San Luís Potosí, Durango, Coahuila, Sinaloa, Baja California, Aguascalientes, Colima, Puebla, Querétaro, Tamaulipas, Yucatán y Sonora, donde se asienta el sector de la población de más altos ingresos y más proclive a seguir los estándares de vida de los Estados Unidos, más alejados de la identidad nacional.
La lucha que hoy libran AMLO y Fox, como personajes fundamentales de la contradicción histórica, es muy semejante a la que en su momento jugaron Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo. El primero, representando a las fuerzas liberales, progresistas y nacionalistas; y el segundo a las conservadoras, reaccionarias e imperialistas. A FECAL le corresponde jugar el papel que en su momento desempeñó Miguel Miramón, presidente espurio del periodo pre imperial, cuyos restos reposan bajo una de las lajas colocadas en la puerta sur del frontispicio de la catedral de Puebla.
Hoy de nueva cuenta, una junta de notables integrada por Carlos Salinas, Vicente Fox, Martha Sahagún, Hildebrando Zavala, Manuel Espino, Diego Fernández de Cevallos, Robaharto (perdón) Roberto Hernández, varios arzobispos cuyo nombre se escapa a mi frágil y jacobina memoria y el respaldo lacayuno de los Robaharto (otra vez perdón) Roberto Madrazo y Roberto Campa, pretenden imponer al precio que sea necesario al pillastre de FECAL, quien fungiría como protector de sus veleidades, por decir lo menos.
Pero como pretenden hacerlo, burlando la voluntad de la mayoría del pueblo, hay es donde se les cae el teatrito y tendrán que librar una lucha que no se acaba hasta que se acaba.
Ya el cerro de las campas, el de Loreto, o el que elijan las mayorías, está dispuesto para aniquilar en definitiva, los perversos propósitos de mando ilegítimo.
El pueblo de México no tolerará un fraude electoral más, su propia dignidad no se lo permite. Se reconoce el triunfo de AMLO o vamos a ver de qué cuero salen más correas.