6 de julio de 2006

En Puebla, AMLO pudo haber ganado

Con otra campaña, otros candidatos y otra dirección
Pero en el PRD también está la derecha y la traición

Federico Chilián Orduña

Sabemos muy bien que el hubiera no existe y que en ocasiones sólo es fuente de lamentaciones, corajes y frustraciones, sin embargo, también puede ser motivo de reflexión para generar la rectificación necesaria que permita corregir el camino andado y encausar los nuevos esfuerzos por el rumbo correcto.
Sabemos también que nadie es profeta en su tierra y que yo no soy más que un poblano a secas, o como dicen algunos, un “chino poblano”, al que muchas veces han querido engañar simplemente como a “vil chino” (para emplear las mismas palabras del cónyuge de la señora Martha, quien para mayores señas es un señor alto de bigotito, que se ha hinchado como sapo con los dineros del pueblo, pero esa es una historia de la que me ocuparé en otra ocasión), digo, porque han supuesto que no me daba cuenta de sus trampas, intrigas, ofensas y mentiras, pero están plenamente identificados por su cobardía o escasa o nula estatura moral e intelectual y a final de cuentas se llevan menudo chasco porque no me he muerto, por el contrario, tengo vida para refrescarles la memoria mientras sea justo y necesario.
Todo lo anterior viene a cuento, porque de acuerdo con el mapa oficial de las preferencias electorales, admito que me da mucha tristeza y otro tanto de vergüenza e indignación que entre los estados del sur sureste del país, Puebla y Yucatán hayan sido los únicos que votaron en su mayoría por FECAL.
De Yucatán, es comprensible y admisible, con todo y la belleza de sus paisajes y mujeres ¡bomba! nuestros paisanos cabezones –pobrecitos-, desde que recibieron la “civilización” católica fueron los primeros en dar las nalgas frente a los conquistadores gachupines, y luego con esa costumbre maya de aplastarse la cabeza y provocarse el estrabismo dizque para mejorar su estética, las masas andan como en la pendeja desde hace varios siglos; pero de los poblanos ¡por Dios!, son auténticas mamadas que después de las experiencias históricas del 5 de mayo de 1862, del 18 de noviembre (día de mi aniversario) de 1810, y del movimiento de reforma universitaria en 1961 que encabezaron mis entrañables hermanos y camaradas Enrique Cabrera Barroso, Zito Vera Marquez, Erasmo Pérez Córdova y otros, todavía estén votando mis paisanos a favor de la reacción.
Entiendo que en Puebla hasta los que se dicen de izquierda son de derecha, esto es, hasta los marxistas leninistas son guadalupanos, baste recordar al entonces dirigente estatal del Partido Comunista Mexicano, el ilustre licenciado en historia Alfonso Vélez Pliego, hincado con los brazos extendidos a los lados, sosteniendo en ambas manos pesados cirios pascuales, a los pies del altar de catedral, implorando la bendición papal para él y su numerosa familia incrustada en la nómina de la BUAP.
Que esto haga cualquier egresado del Colegio Benavente es lógico y natural, pero el dirigente de los comunistas universitarios ¡por favor!; o al ingeniero Luís Rivera Terrazas, escrupuloso metodista en su juventud y acendrado pro soviético en su madurez, agachando la cabeza para que el nefasto Mariano Piña Olaya le colocara la medalla de “premio estatal de ciencia y tecnología”, sólo como preámbulo para legitimar la invasión pandilleríl encabezada por el que fuera su secretario, el seudo profesor Jorge Méndez Spínola, quien junto con Meles Niego, perdón, Vélez Pliego, fueron los mismos que nos robaron nuestros honorarios a la madre de mis hijos Olivia Herrera, a Víctor Velázquez Coello, a José Luís Denicia, a Virgina Lara y a todos mis alumnos de aquella época, los psicólogos con los que diseñé, apliqué y califiqué los exámenes de admisión de la Universidad Autónoma de Puebla, mucho antes de que la benemérita institución abdicara de su autonomía y le encargara a la empresa puertorriqueña College Board, el mismo trabajo que con mucho mejor calidad hicimos nosotros quince años atrás.
Sin falsas modestias creo que nos adelantamos por lo menos medio siglo a la época en que nos tocó vivir. Desgraciadamente mi ex alumno Fernando Turrent, nunca entendió porque le endosé la mitad de la plaza de tiempo completo que tenía yo en el Colegio de Psicología, jamás lo agradeció y a final de cuentas la desempeñó como simple correa de transmisión de la ideología derechista dominante decadente y degradante de la universidad neoliberal. Menos mal que ya se jubiló con una decorosa pensión, lástima que nunca haya hecho nada relevante por la liberación del pueblo, que es esa la principal función de la psicología científica. Digo, desde mi modesto punto de vista.
Se que mi ex alumna Jovita Viveros, la activista del PRD que lucha a brazo partido junto a Horacio Gaspar Lima por ocupar un espacio en las filas del PRD, también me “desaforó” con sus “buenos” oficios, para que no pudiera yo presentar ni siquiera un examen por oposición para recuperar la plaza docente que dejé cuando a mis camaradas los “galácticos” los reprimió el grupo de los “puros”.
Se sabe que mi ex alumno en psicología, Eduardo Ochoa, un junior empresario con apetitos de poder fue impuesto por mi amiga la gobernadora de Zacatecas, la ex comunista doña Amalia García, como candidato del PRD a la presidencia municipal, sólo para que no se diga que en el PRD militan puros “jodidos”. Se sabe que los dirigentes perredistas aceptaron tal postulación como un fenómeno “natural” de las contingencias políticas.
Es un hecho que la doctora Maria Elena Cruz Gutiérrez, fue promovida por el ex gordo Luís Miguel Barbosa Huerta, el mismo que deviene del grupo bejaranista encabezado por Jorge Méndez Spínola, y que negoció con el gober precioso que el PRD no se metiera con él.
La doctora Cruz Gutiérrez, prometió defender mi postulación para ser el candidato en el 11° distrito en el que ya participé en dos ocasiones, pero a final de cuentas llamó a Miguel Ángel de la Rosa, a quien bien conocen en su casa y en la COPARMEX, pero ahora hacía su debut en las filas de la democracia, y como todos sus colegas simplemente nadó de a muertito.
La dirigente perredista, independientemente del respeto que se merece, es una modosita dama cuyo perfil es excelente para dirigir una guardería infantil o quizás un hospital para rehabilitar a enfermos de SIDA, pero como dirigente estatal del PRD, reúne los mismos requisitos que yo tengo para ser astronauta.
Mi amigo, el hijo del médico y hermano masón que me inició como AJEF (Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad) el antropólogo Julio Glockner, candidato de la coalición Por el Bien de Todos, se gastó gran parte del poco dinero de sus prerrogativas en anunciarse en el periódico de su amigo Aurelio Fernández, (quien junto con Walter Vallejo y yo formamos la primera comisión organizadora del PRD en 1989, después de lo cual prefirió el buen Aurelio acomodarse con los consolidados) en La Jornada de Oriente, a sabiendas de que por definición todos o casi todos los lectores de ese periódico, son votantes potenciales del PRD, y a este pinchurriento periódico no le autorizó ni un mínimo anuncio tal vez porque sus asesores Paco Vélez, el doctor Domínguez, Luisisto Riestra o algún otro, no se lo recomendaron.
Julito puede estudiar y comprender muy bien al género humano, hacer excelentes estudios sobre como influye en él la inmensidad de los volcanes o el temor a la muerte, pero reunir gente para hacer que vote en determinada dirección, es una tarea que él no sabe hacer porque no la ha aprendido a hacer, es la praxis política que su padre ejerció muy bien de manera instintiva pero que a Julito con todo y su antropología científica no se le da.
Recuerdo que mi amigo el ingeniero químico Carlos Hernández, me dijo que le gustaría que platicara con sus colaboradores de campaña para que les trasmitiera mi experiencia como candidato, e hiciéramos una campaña ganadora, quedó de llamarme, no lo hizo.
Parece que el empresario del balompié y la leche de vaca, Emilio Maurer, está en la política sólo para divertirse y desintoxicarse de la afición al deporte de las patadas, y en el PRD ha encontrado quien le haga eco a sus veleidades, pero tampoco es político, al menos no lo es de manera permanente.
Sé que la señora Benita Villa Huerta ni me conocía cuando fue declarada candidata al senado de la República por el PRD, no obstante haber sido subsecretaria de gobernación en tiempos de Melquíades Morales, a quien le hice un plantón frente a Casa Aguayo, para exigirle respeto.
Se que todos los candidatos a senadores y diputados de la coalición por Bien de Todos fueron designados por un pequeño grupo del que formaron parte Jesús Ortega, Luís Miguel Barbosa, Alberto Anaya, José Juan Espinosa y alguien más, sin previa convocatoria y sin dar a conocer los criterios de selección.
Algunos se mueven con la misma motivación que tuvo Rafael Aguilar Talamantes en la vida política, sólo para ganar mucho dinero fácil.
Ningún candidato, ni Benita, ni Ángeles, ni ninguno de los 16 aspirantes a diputados convocaron a la militancia del PRD, el PT y Convergencia, y a los simpatizantes de AMLO, para organizar entre todos la campaña de la victoria.
Ninguno tuvo los arrestos para llamarnos a todos y tomarse la molestia de escucharnos.
A principios de junio les dije a los del Frente Cívico Poblano que nos pronunciáramos como Frente a favor de la candidatura de AMLO; Adolfo González Zamora, Ricardo Villa Escalera y otros, se opusieron rotundamente. Creyendo utilizar al PAN, les sucedió lo contrario, el PAN los utilizó a ellos y el gran loquillo y el ingeniero ni se dieron por enterados.
Ahora el gober precioso está tranquilo, sabe que FECAL no se atreverá a tocarlo ni con el pensamiento, es el compromiso de Manuel Espino.
En este momento, pese a todo, hay que sonreír.
Lo que no se hizo en campaña tendrá que hacerse ahora. Si realmente se defendían principios, ahora es cuando puede demostrarse. En la asamblea convocada por AMLO para el próximo sábado a las cinco de la tarde en el zócalo de la ciudad de México, tienen su primera oportunidad para ello.