El “gober precioso” más papista que el Papa

* Con la ley Bailleres, se puso en evidencia el contubernio entre Marín y el alto clero católico

Federico Chilián Orduña

Desde hace dos años informé de la filiación sinarquista del gobernador Mario Marín Torres y del grupo de abogados con el que se graduó en la BUAP, que forman la generación 1973-1977, “Lic. Alfonso Trueba Olivares”, nombre de uno de los fundadores del sinarquismo en México. Seguramente, muchos de los egresados de esa generación ni siquiera se enteraron porque le pusieron ese nombre. El caso es que entre los abogados graduados en 1977 se encontraban, además del “gober precioso”, mi amigazo, Genaro Piñeiro López, la titular del Consejo Estatal de Seguridad Pública, María de Lourdes Nares Rodríguez, el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Valentín Meneses Rojas, el Secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano; el ex presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Manuel Flores Mendoza, quien fue el puente para mantener comunicación directa con el ex secretario de gobernación en el gobierno de Vicente Fox, José María Abascal, hijo de Salvador Abascal y Salmerón, ideólogo y fundador del sinarquismo en México; el ex pastor metodista, Gregorio Moreno Benítez; el ex secretario particular de Melquíades Morales Flores, Héctor Reyes Pacheco; el abogado laborista y ex procurador del Trabajo, Luís Maccise Saade, el ex estalinista Miguel Calderón Moreno, el ex jefe de la policía judicial en el gobierno de Mariano Piña Olaya, Armando Canto Huitzil, y otros más hasta completar una lista de 123 abogados.
Hace un par de años celebraron su 30 aniversario con una misa de acción de gracias en catedral al que asistieron los abogados más cercanos al “gober precioso” acompañados de sus esposas. Durante el acto religioso escucharon el sermón del clérigo en turno quien los exhortó a “seguir cumpliendo desde el gobierno con el mandato de Dios y oponerse con toda su fe católica a los designios que se oponen a esta que es la única verdad revelada por Dios Nuestro Señor”. Marín escuchó el mensaje con su cabeza inclinada hacia el lado derecho y reiteradamente la movía en señal de estar de acuerdo con lo que el cura le decía. Al salir de la catedral, Marín le dijo a su esposa doña Margarita, en tono molesto que se pusiera el abrigo, y salieron evitando las cámaras y micrófonos del Diario Transición, quien de todos modos los captó cumpliendo los deberes que su religión les impone, y violando los preceptos del Estado laico que supuestamente representan.
Ahora que los diputados Othón Bailleres y Pablo Fernández del Campo, de formación lasallista, vinculados a Los Legionarios de Cristo, acólitos de Marcial Maciel, con quien tuvieron relaciones muy íntimas, impulsan una ley sobre la familia, se pone en evidencia quien ha estado detrás de la trayectoria política del “gober precioso”: el Estado Vaticano, que tiene en Puebla uno de su bastiones y que por ningún motivo está dispuesto a soltar.
Es el alto clero católico el que ha impulsado, protegido y sostenido todo el tiempo al “gober precioso”; los ministros de la Suprema Corta, el espurio presidente Felipe Calderón, Manuel Bartlett Díaz y todo el Partido Revolucionario Institucional, no han hecho más que ejecutar, consciente o inconscientemente, las disposiciones que emanan de los jefes de la Iglesia católica apostólica romana.
Ser sinarquista equivale a ser del Yunque; ambas son organizaciones político religiosas paramilitares, cuyo principal objetivo es acabar con el Estado laico que nos legaron los héroes de la Reforma con Benito Juárez a la cabeza. El sinarquismo provocó la guerra cristera en la década de los treinta del siglo pasado, y el Yunque propició la llegada al poder de Martha Sahagún y de su amo de casa Vicente Fox.
Por esa convicción sinarquista, el “gober precioso” siendo alto funcionario de gobernación en el periodo de Manuel Bartlett, se orinó a los pies de la estatua de Benito Juárez, en su pueblo natal Nativitas Cuauhtempan, la apedreó, la injurió, la baleó, le derribó el libro de las Leyes de Reforma que en sus manos sostenía el monumento y se retiró muerto de risa acompañado de su amigo Rufo Juárez Peñuela.
De ese hecho tan bochornoso el primero en enterarse fue el sacerdote del pueblo, quien de inmediato lo comunicó telefónicamente a sus superiores, quienes respondieron desde el otro lado de la línea: ¡ya tenemos candidato!, y fue así como Mario Marín, más conocido como el “gober precioso” se ganó la gubernatura de Puebla.
Muy tarde la dirigencia nacional del PRI le jaló las orejas al “gober precioso” por andar impulsando leyes panistas. De hecho el “héroe de esta película” actúa para servir a la ultraderecha.
En conclusión, todo lo que hemos padecido los poblanos durante este aciago periodo, puede cargarse a la cuenta de la sacrosanta Iglesia católica apostólica romana. Por ello es válido decir que el “gober precioso” es más papista que el Papa. Amén.