28 de noviembre de 2007

Marín, Doger y Alcalá agradecen a Bartlett, ser lo que son

· Rinden homenaje al ex senador en el cabildo municipal, a quien le reconocen haberles enseñado a hacer política
· Ausentes en los eventos, ceremonia y comida, los funcionarios marinistas y el dirigente estatal del PRI
Federico Chilián Orduña
Pese a que no estuvo el presidente del comité estatal del PRI, Valentín Meneses, el acto de entrega de la Cédula Real al ex senador Manuel Bartlett Díaz, en el cabildo municipal, más que un evento de reconocimiento a un veterano en la gestión pública, fue un suceso eminentemente político, donde se congregaron los miembros de la clase política local que forman parte de la transición municipal y en los que brillaron por su ausencia los funcionarios del gobierno de Mario Marín.
Las palabras de elogio que vertió el gobernador Marín a quien fuera su jefe y lo nombrara subsecretario y luego secretario de gobernación, son testimonio fehaciente de que lo que sabe y ha hecho Marín en el poder, para bien o para mal, lo aprendió de su maestro Manuel Bartlett.
Luego, al agradecer el reconocimiento Bartlett hizo patente que lo que más orgullo le da como servidor público es haber sido gobernador de Puebla, y que en ese momento estuvieran la mayoría de quienes formaron su equipo de trabajo, porque, recalcó “nadie hace solo nada”.
La exposición de Bartlett situó a la ciudad de Puebla como “la más importante y hermosa de la República” y subrayó que “se rescató su grandeza, gracias a que su tuvo visión para impulsar el proyecto Angelópolis y transformar la Universidad Autónoma de Puebla”, a la cual los gobernadores, dijo “ni podían acercarse, tenían que darle la vuelta”.
Al atribuirse la prosperidad aparente y el crecimiento experimentado en Puebla, Bartlett se concretó a ver el vaso medio lleno e ignoró en absoluto la parte vacía, aunque al final de la comida convocara a sus simpatizantes “a mantener el compromiso social, la raigambre popular y la defensa de la soberanía, para contrarrestar las pretensiones de la derecha panista soberbia e inepta”.
El salón de cabildos, lleno a su máxima capacidad, y con mucha gente afuera, en los pasillos del palacio, fue el escenario donde el ex senador dijo que desde chico le tuvo envidia al huésped de este edificio porque era mucho más bonito que el que ocupara el gobierno estatal pero, justificó, la ciudad de Puebla, nació antes que el estado de Puebla.
Reiteró su dicho de ser poblano de nacimiento, precisamente en el Portal Morelos vio la primera luz, y admitió que su padre fue tabasqueño, él no, como lo han sugerido algunos columnistas con muy buen humor.
Ya con la barriga llena y el corazón más que contento, Bartlett, se levantó de la mesa en la que estuvo acompañado por su esposa Julia Abdala, Enrique Doger, la presidenta electa Blanca Alcalá, el secretario Ignacio Mier, el notario Carlos Meza Viveros, el periodista Aurelio Fernández y dos personas más que no alcancé a identificar y agradeció con una pieza oratoria muy a su estilo, empezando por recordar alguno de sus pasajes con el ex presidente Miguel de la Madrid, tras de lo cual se expresó como el artífice del éxito que compartían el presidente saliente y la presidenta entrante, los aplausos no se hicieron esperar y se inició la prolongada despedida con los clásicos abrazos de rigor.
Al término de la ceremonia y de la comida, al saludar a la presidenta Blanca Alcalá, me dijo: “algo tenemos que hacer Federico, no sé, en un cuerpo colegiado, algo…”, le dije, “te deseo éxito en tu gobierno”, me respondió “gracias Federico, nos hablamos luego”.

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