4 de junio de 2007

Homenaje a Fernando Ramírez Osorio

2ª de 5 partes
Federico Chilián Orduña

A finales de la segunda guerra mundial, un ambiente de desolación privaba en todo el planeta. La devastación que produjeron los bombardeos nazis en Europa, las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, los más de 20 millones de rusos que murieron en los campos de batalla, arrojaban un saldo que propiciaba la sensación de que había que empezar de nuevo y desde cero, terminar de limpiar todo y edificar una nueva civilización. Los poderes fácticos actuaban como si fuese necesario desaparecer todo vestigio del pasado y reconstruir las ciudades con las nuevas técnicas y los estilos más recientes en boga en las urbes que se planifican sobre áridos terrenos.
En tal escenario, nuestra muy noble, heroica y señorial ciudad de Puebla, no escapa a los afanes mercantilistas de quienes en aras de obtener beneficios económicos inmediatos, son capaces de arrasar cualquier patrimonio, incluso el que pudiera ser catalogado como histórico o de valor cultural. Son los tiempos en que se construyen los edificios del Hotel Gilfer, Sanborn´s, Woolwort, el Banco de Puebla, entre muchos, que son edificados luego de arruinar los espléndidos edificios coloniales que los precedieron.
Puebla corría el peligro de ser víctima de las visiones totalitarias que se disputaban la hegemonía mundial, ambas, negando que fuese indispensable el rescate de los valores históricos de lo que fue nuestra ciudad desde el principio de su fundación.
Son los tiempos en que los arquitectos de concepción reaccionaria, con una falsa idea de la modernidad, pretenden imponer el gusto por los edificios de cristal, no importándoles el contexto urbano en el que se levanten. En tales condiciones surge el Comité Defensor del Patrimonio Cultural de Puebla, Asociación Civil, presidido por el maestro Fernando Ramírez Osorio, quien pone un hasta aquí a los usureros de la destrucción, e ilustra a las autoridades sobre el modo en que es posible y deseable armonizar los valores tradicionales de nuestra cultura, con los nuevos valores que impone la modernización y el cambio incesante.
En tales circunstancias empieza por ganarse el respeto a lo que somos, a lo que se ha hecho y a lo que tenemos que hacer entre todos los poblanos para preservar lo que es la casa de todos los poblanos.
Es así como en 1987, después de tres largas décadas de lucha, de orientación y de cuidado, Puebla adquiere el reconocimiento como ciudad Patrimonio Histórico de la Humanidad, gracias a quienes la concibieron, la trazaron, la construyeron y sobre todo, gracias a quienes la defendieron, en cuyas filas ocupa un lugar primigenio, el maestro Fernando Ramírez Osorio.