20 de mayo de 2006

Más pruebas que hunden a Marín

La plática de Javier López Zavala y Ricardo González, exhibe la culpabilidad de Mario Marín

Se deslinda el grupo cismático del Frente Cívico Poblano, asegura no tener nada que ver con el abogado González

Federico Chilián Orduña
El diálogo que sostuvo el secretario de gobernación estatal Javier López Zavala con el sedicente «representante jurídico» del Frente Cívico Poblano (FCP), Ricardo González, es un testimonio más que demuestra la absoluta responsabilidad de Mario Marín Torres, en la irregular aprehensión y encarcelamiento de Lydia Cacho, y en la asociación delictuosa que sostuvo con una banda de pederastas de la que él es el «héroe de la película», según dijo Kamel Nacif.
El gobierno de «nueva generación» que encabeza Mario Marín, luego de exhibir una estulticia muy superior a la perversidad que lo caracteriza, con aquellas frustradas labores de espionaje al FCP, que realizó desde una camioneta que fue a parar a la PGR, con todo y los tripulantes que la estacionaron a unos pasos de las oficinas del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (SUNTUAP), ahora decidió recurrir el viejo expediente maquiavélico de «divide y vencerás», manipula a un grupo, le extrae uno de sus elementos «más aguerridos», previamente infiltrado, lo atrae a su seno, lo soborna o le cubre sus «honorarios», y negocia con él a la vista de toda la opinión pública. ¿Qué negocia?, obvio, para decirlo en sus términos: «que ya no estén chingando al señor gobernador».
El problema es que al exhibir tales «diálogos negociadores», exhibe también su culpabilidad. Así de simple. Sólo quien es culpable negocia y trata de neutralizar a quien lo puede sancionar, mediante soborno o cualquier artimaña. El que es inocente se defiende y lo demuestra, más aún cuando en su contra se dirige «acusaciones falsas» que le causan daño moral o de cualquier índole.
Mario Marín, desde el 14 de febrero que estalló el escándalo, hasta este momento no ha procedido jurídicamente, no ha recurrido a las instancias legales de manera pública para defenderse. Todo lo que ha hecho para tratar de voltear los juicios en su contra, ha sido de manera turbia, sucia o encubierta, como delincuente vulgar. No ha dado la cara a quienes lo acusan y le piden su renuncia, sólo se las muestra a quienes reciben de él algún beneficio, a los demás los evade, se les oculta, como lo hacen todos los delincuentes cuando son aprehendidos, se cubren el rostro, se esconden tras la ropa, huyen de las cámaras y de los reflectores. Es una conducta típica de quien delinque y es descubierto.
Así ha actuado todo este tiempo el todavía gobernador.
Mario Marín a través de López Zavala le tendió una trampa al FCP, utiliza el viejo pleito Vélez Vs. Malpica para dividir al grupo, cree avanzar cuando lo consigue, pero cae en su propia trampa junto con ese elemento del grupo que «se deslinda de Malpica y de partidos» y con el que platica públicamente y supuestamente «negocia».
Los ciudadanos que se han alejado del SUNTUAP y han formado «su propio frente», son los amigos de Francisco Vélez Pliego, no de Alfonso, que en este asunto tampoco ha dado la cara, los Méndez Márquez Spínola, Alejandro del Castillo, Argelia Arriaga, y en general la gente que actúa en función de lo que opina de Samuel Malpica, a quien alguno de ellos califica como «un sujeto delirante» que «en todo lo que le pasa ve a los Méndez» y esparcen la especie de que «no sólo se ostenta como el líder de los que se siguen reuniendo en ese local, sino que efectivamente lo es».
Ignoran, o finge ignorarlo el grupo cismático, que quienes se reúnen en el SUNTUAP, nunca han acordado que Malpica sea el jefe o el único vocero del FCP; no hay confusión ni son tontos, incluso le critican su protagonismo y la ocasión en que ha involucrado su situación particular con el movimiento ciudadano, pero eso tampoco implica que se le deba de marginar, se le respeta como a todos los demás que también piensan y participan, sin considerarse menos o más que Malpica, todos son iguales en el FCP. Esa es su condición, su naturaleza, su mística, su objetivo es único y claro: que Marín deje el cargo de gobernador.
Ahora que si se quiere ver el problema de Marín en su perspectiva histórica, necesariamente tendría que analizarse la relación que ha sostenido con la BUAP. Mario Marín no es ajeno a varios ilícitos que agraviaron a universitarios, y todos ellos permanecen impunes, pero este asunto debe discutirse en otras instancias, esto es, las que corresponden a la comunidad universitaria. En la agenda de discusión del FCP ese no es tema.
Queda claro: Con esta «negociación» entre Zavala y González se refuerza la convicción ciudadana de que Mario Marín es absolutamente culpable de los ilícitos que se le imputan, tipificados perfectamente en las leyes que nos rigen.
Para que nos respetemos entre todos, tenemos que reconocer las cosas tal como son, y aceptar lo que a todos nos consta, nos guste o no.